lunes, 25 de abril de 2011

Poder Judicial: ¿Independiente de qué?

I-LA INDEPENDENCIA  COMO EXIGENCIA REPUBLICANA

La independencia de los jueces supone que no dependen de ningún órgano y también su autonomía de decisión con respecto a los otros dos poderes con los que componen el Gobierno de la república. Esta independencia, entonces, se sostiene sobre la base dos dispositivos: 1) son inamovibles mientras dure su buena conducta y 2) sus remuneraciones son intangibles. Esto es bastante conocido. Veamos ahora algunas cuestiones que requieren ahondar un poco.

No recibir instrucciones de otro poder es razonable en un esquema constitucional de frenos y contrapesos. Es frecuente que la discusión se dirija hacia la relación entre el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo. Esto es válido. Lo que no es válido es omitir que la independencia supone no recibir instrucciones de ningún tipo por parte de los otros dos departamentos del poder público así como tampoco recibir presiones de personas o grupos particulares, especialmente provenientes de la sociedad civil. Entonces, actuar en contra de la autonomía necesaria para que un juez trate y resuelva un caso, y hacerlo ya desde el Estado ya desde la sociedad civil, constituye un ejercicio ilegal del poder o un ejercicio de poder ilegal, respectivamente.

La ilegalidad del poder y el poder ilegal deben ponerse en el centro de las preocupaciones. La razón es sencilla: desde el aparato mismo del Estado puede existir la determinación de organizarse para enriquecerse violando la ley. Por eso se llega a la captura de su aparato y su redireccionamiento para captar la renta de privilegio que se obtiene por la maniobra. Pero, al mismo tiempo o tal vez dialécticamente, cuando el capitalismo reviste modalidades “aventureras” o de “bandidaje” que requieren un uso anómalo del Estado como canal facilitador para los negocios y la ganancia de algunos sectores sociales, necesita o determina un uso ilegal de las instituciones políticas. El crimen organizado, por ejemplo la corrupción y los delitos de cuello blanco, son formas delictivas de generación de rentas que requieren una promiscua vinculación entre el mercado (poder privado o social) y el estado (poder público o político). Estoy hablando del peligro mafioso (01).