El pueblo es el sujeto de la Historia. Desconfío de los relatos que lo excluyen, ya sea porque le niegan su papel o porque lo desresponsabilizan frente a evidencias terroríficas. También es claro que la Historia es una construcción que se hace desde el presente. Por eso, la Historia es un quehacer político que no puede quedar encerrado entre eruditos sino que debe enseñarse públicamente. Puede mostrarnos un camino futuro y una interpretación del pasado que rompa las formas ocultadoras y convencionales.
En el caso de la Argentina, generaciones y generaciones fueron instruidas en el relato historiográfico de origen mitrista. La consecuencia, digamoslo sin ambages, fue recibir acríticamente una interpretación liberal (en la práctica: conservadora y violenta), oligárquica, eurocéntrica en general y pro británica en particular, muy propia de un modelo de desarrollo colonial agro exportador dependiente.
La perspectiva mitrista construyó el relato oficial de la revolución de mayo de 1810 orientado a legitimar sus intereses. Contra esa historia escribe Norberto Galasso en Verdades y mitos del Bicentenario. Una interpretación latinoamericana. Recupera las lecturas vigentes, las examina y concluye proponiendo su propia visión. La obra resulta muy valiosa.
Destaco algunos puntos centrales que Galasso incluye en su libro y que nos permiten pensar de otra manera los hechos del 25 de mayo de 1810.
1) En España, que en 1808 estaba ocupada por Francia, había un movimiento popular y democrático que estaba tan en contra de la ocupación como del absolutismo monárquico. En ese aspecto, respetan a Fernando VII –cautivo- por ser moderado y haber roto con su familia, más oligárquica y despótica. Componen lo que se conoció como Juntas Populares.
2) Los revolucionarios del Rio de la Plata, conociendo esto, encuentran una conexión entre los ideales de la Revolución Francesa, las juntas populares españolas y sus aspiraciones en América del Sur. Por eso, mayo no fue antiespañola ni separatista. El propio Juan Bautista Alberdi lo reconoce: “Mayo es un capítulo de la revolución hispanoamericana, como ésta lo es de la española y ésta, a su vez, de la francesa de 1789”. ¿Por qué fue tan distinto lo que se nos enseñó en la escuela?
3) La élite local tampoco era homogénea. Se expresaba a través de dos liberalismos: uno, de una pequeña burguesía incipiente, de profesionales, de fuerte compromiso con los ideales modernos de libertad política. Otro, de la burguesía comercial, pro británica, oligárquica, centralista y nada propensa a la democracia.
4) En su análisis sobre los días previos al cabildo abierto del 25 de mayo de 1810, Galasso muestra cómo fue fundamental para el éxito de la revolución, la participación popular (que la historia mitrista relegaba o mostraba con falsa prolijidad), que fue tumultuosa y que en todo momento se expresó tanto contra el peligro de la dominación francesa como contra el absolutismo. Destaca los liderazgos de Domingo French, Antonio Luis Beruti, y principalmente Mariano Moreno.
Ese frente nacional democrático representa un interés popular y se nutre de peones, jornaleros, artesanos y pobres en general. Ese es el mayo reivindicado por Galasso: una revolución defensora de la soberanía popular, en contra de intromisiones extranjeras, pensada para expandirse en la Patria Grande Hispanoamericana.
La impostura mitrista había pretendido mostrar un episodio separatista, anti español y en “representación de hacendados” para justificar el régimen de la segunda mitad del Siglo XIX: agroexportador dependiente, pro británico y colonial, antipopular y eurocéntrico.
Estos des-ocultamientos cobran renovada vigencia en estos días, cuando desde aquí observamos con interés el cuestionamiento sobre la calidad de la representación democrática que está haciendo una parte importante del pueblo español.
[JMG]
1 comentario:
Me pareció bastante claro, gracias!!
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