viernes, 15 de enero de 2010

Destrucción sobre lo destruido



En 1804 Haití adoptó la decisión heroica de ser la primera república de América Latina y el Caribe que se independizó. Napoleón Bonaparte reprimió de manera salvaje la rebelión de esos estados negros y ya entonces Estados Unidos apoyó la posición colonialista de Francia.

Vale la pena, cuando se piensa sobre este caso, mencionar la enorme actualidad y validez que tienen -como categorías en ciencias sociales- las de imperialismo-colonialismo y la de centro y periferia. Son términos que las modas conservadoras buscaron desterrar. En América Latina nunca perdieron su frescura y su potencia.


Da vergüenza ajena escuchar a los países centrales, particularmente al devaluado presidente Obama, pronunciarse sobre el horror que se vive por estas horas en la isla. La naturaleza ha hecho lo suyo. Pero el exterminio de esa primera nación libre viene desde lejos y tiene responsables mundanos.

Primero padeció a Francia, que le impuso una gigantesca indemnización. Después fue desplazada por Estados Unidos con más de cien años de intervención. Los marines se quedaron entre el gobierno de
Woodrow Wilson y el de Franklin Delano Roosevelt. Estados Unidos apoyó la sangrienta dictadura de Papá Doc Duvalier y luego la de su heredero, Baby Doc Duvalier.

La conducta imperialista se mantuvo inalterada hasta el presente. En 1990 el gobierno de Bush padre realmente se inquietó por la primera elección popular que existió en Haití y que llevó a la presidencia al depuesto Jean-Bertrand Aristide, y derivó la ayuda económica que debía darse al gobierno constitucional a lo que Estados Unidos suele llamar las “fuerzas democráticas”, que ya sabemos que en general son las fuerzas económicas. Siete meses después se produjo el golpe de Raoul Cedras. En 1994,
Aristide fue repuesto por Estados Unidos durante el gobierno de Bill Clinton, que tampoco se portó muy bien con el país cuya democracia venía a restaurar. Estados Unidos se hizo el distraído -como cuando no movió un dedo durante el abominable genocidio de Ruanda- y bajo la misma indiferencia vio pasivamente cómo escuadrones terroristas que respondían a Cedras asesinaron a más de cinco mil haitianos, en terribles violaciones a los derechos humanos que no han sido castigadas.

De esas fuerzas quedó como herencia la FRAPH -en francés significa golpe-, que fue fundada por un agente de la CIA, Emmanuel Constant, que según Noam Chomsky actualmente vive en el barrio neoyorquino de Queens. Una y otra vez los Estados Unidos han rechazado los pedidos de extradición de ese genocida y terrorista. Pero es sabido que la Unión no combate contra el terrorismo sino contra terroristas que no les son funcionales, algo muy distinto. Por lo tanto, el gobierno de los Estados Unidos está amparando a un terrorista. Y no es el único, recordemos la impunidad garantizada de Posada Carriles, responsable de la muerte de 73 personas en el atentado contra Cubana de Aviación.

Presionaron a Haití, pues la autonomía de las instituciones sólo se predica según la conveniencia, para que aplique el recetario neoliberal. El Banco Mundial afirmó textualmente: “El programa beneficiará a la clase comercial más abierta e instruida y a los inversores extranjeros”.

Haití es uno de los cuatro países más pobres de la Tierra. Sobre una población total de ocho millones de habitantes, apenas hay cien mil empleos regulares. Allí reina la miseria y hay terribles enfermedades como el sida. Existe un cuadro general de violencia social y política que determinó el envío, primero, de una misión civil de la OEA, y luego, de cuatro misiones de la ONU, no todas ellas militares.

Los resultados no implicaron una mejoría palpable. Es cierto que sería difícil imaginar cómo hubiesen sido las cosas sin la actual misión internacional, pero apenarse por Haití, florearse en discursos que ya cansan, no va a cambiar las cosas. La asistencia en la coyuntura es un deber signado por la fraternidad. Pero lo que verdaderamente hace falta es revertir un persistente ciclo histórico de opresión.
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Con cruzados así, para qué queremos a los Moros...

Aplastando a Haití.

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4 comentarios:

Salvador dijo...

Estuve al tanto en Canal 7 de los informes y el testimonio del embajador.

El eterno dilema de la ayuda humanitaria, hasta Madonna y Brad Pitt donan, seguro se va a hacer un "Concert for Haiti" (recitales, cuya idea original fue de Harrison y su fondo en UNICEF) y ahora todos nos preocupamos por ayudar y "reconstruir" (mmm aires de Irak).

http://www.pagina12.com.ar/fotos/20100117/notas/na19fo01.jpg

Esta imagen crudísima explica toda la situación por si sola.

Marian dijo...

No quiero ser una agitadora peeero....

"La Justicia consideró que agraviar a otra persona por ser judía no es discriminación"

para conocer el desenlace:

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1223684

12 Docentes dijo...

Salvador: esta semana La Nación y Página van a publicar unos articulos de un amigo mío que se llama Gastón Ain. Estuvo un año viviendo en Haití trabajando como Asesor político de la OEA. La tiene bastante clara sobre el tema "ayudas"... cuando salga la cuelgo. abrazo.

Marian: ¿la justicia o un fallo de un juez? voy a ver... abrazo.

Marian dijo...

Es para revisar claro, escueta y como un poco confusa hallé la nota, pero lo que cité era el título que habían publicado (al menos en un primer momento, no sé si después habrá mutado el informe)...