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martes, 30 de junio de 2009

El miedo, el odio y el desprecio


Más que una derrota, lo que me preocupa sobremanera es quiénes emergieron como ganadores. Ahora que han vencido al monstruo bicéfalo: ¿hacia dónde se dirigirá la desmesura del odio que tan profusamente se ha extendido en estos años? Sobre la base del miedo, eficazmente relanzado por la dictadura, es posible la conducción del odio. No se apunta a la virtud sino a lo que haya de miserable en el alma de cada uno: la superficial ignorancia, el prejuicio y el egoísmo. Se va tejiendo el control. Se utiliza la antidemocrática concentración de los medios audiovisuales y un discurso de antipolítica facial cuya buena onda -paradójicamente- es el cuenco que contiene el desprecio inconfesable. Hemos pasado por ésto y se que podremos revertir sus efectos destructores y excluyentes. Los gobiernos y los programas pasan, pero el proyecto popular permanece siempre. Se trata de procurar el máximo de una libertad sustantiva y de una igualdad incluyente en el marco de una democracia sostenida sobre dos patas: la potente soberanía del pueblo y el respeto irrestricto a los Derechos Humanos.

miércoles, 24 de junio de 2009

Aún más bajo que su habitual "populismo penal"


Pese a las disposiciones de la Ley de Seguridad Interior, el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, autorizó a incorporar a las filas de la Policía Metropolitana a los militares en actividad. Además, decidió impedir el control de la Legislatura a la nueva fuerza: lo hizo mediante el veto de la norma votada que creaba un Comité de Seguimiento de la actuación policial. Por añadidura, Macri decidió que no se exigirá como requisito a sus cuadros el título secundario, aun cuando así lo exige la ley 2.894, que creó la fuerza de seguridad. Eso sí, el nuevo superintendente que estrenó cargo el 1o de mayo, el comisario mayor retirado de la Federal Carlos Arturo Kevorkian, goza de una amplia discrecionalidad para asignarse recursos, designar instructores y elegir lugares de entrenamiento (nota completa de Gustavo Veiga, acá).

La invención del Estado Moderno y otra mirada sobre la protección pública

El Estado existe, entre otras cosas, para conjurar la incertidumbre y peligros de la inseguridad civil y social. Negar equidad social es lo mismo que declararse contrario al pacto que instituye una sociedad moderna (1)

Seguridad es seguridad civil pero también seguridad social. Es la seguridad de ser bien curados, la seguridad de un ingreso, la seguridad de ser educados. Es la seguridad de poder garantizar a futuras generaciones condiciones de vida mejores que las que nosotros tuvimos.

Para esto es esencial contar con la seguridad del derecho y no solamentederecho a la seguridad”. El derecho a la seguridad nunca puede realizarse sin que exista la seguridad del derecho: seguridad de que la ley es pareja para todos, sin privilegios ni impunidad. Destaquemos el hecho de que estas certidumbres sólo pueden serlo inmersas en el orden de una ciudad (o régimen) libre (o autónoma), esto es: con libertad política como expresión del poder de todos, de un bien compartido.

No puede reducirse la seguridad concibiéndola “siempre y solamente en relación con los lugares públicos y de visibilidad pública o con relación a un pequeño número de delitos que entran en la así llamada criminalidad tradicional (sobre todo agresiones con violencia física a la persona y al patrimonio), que están en el sentido común y son dominantes en la alarma social y en el miedo a la criminalidad"(2). Se fue abandonando, lamentablemente, una concepción de la seguridad que tenga en cuenta la provisión de garantías de derechos y de reaseguros sociales a la población, a toda persona que viva en un territorio, cualquiera sea, y por supuesto también de la posibilidad de transitar sin riesgos de ser víctimas de diferentes expresiones de la violencia en los espacios urbanos.(3)

Desde una perspectiva afín, Luigi Ferrajoli nos dice que la exclusión a la que conduce la pobreza como proceso es también un estado en el que las personas son privadas de la ley. Esto es importante porque para este filósofo el derecho debe ser la ley del más débil, una protección para aquellos que no tienen poder.(4)

Para la tradición republicana democrática, son las instituciones las que protegen a los ciudadanos frente a las asimetrías que necesariamente existen en cualquier sociedad. La protección de las leyes es la compensación en términos de capacidades y poder de los menos aventajados frente al que detentan por sí mismos y por su acumulación particular, los ricos y más poderosos.

Por eso, para el republicanismo, sólo somos auténticamente libres cuando toda posibilidad de opresión social o dominación autoritaria es clausurada. Vivimos seguros porque nadie puede someternos arrebatando nuestra libertad común. Por eso, y vean si esto no es un argumento muy interesante, libertad-poder-seguridad son sinónimos y no cuestiones que deben resignarse u oponerse mutuamente.

Esta es una idea republicana no comprendida en tradiciones políticas muy emparentadas con la figura de un líder (a quien siempre se le atribuyen condiciones extraordinarias) y también por el liberalismo, especialmente por el de cuño conservador. “Mientras los liberales equiparan la libertad con la ausencia de interferencia, los republicanos la equiparan con estar protegidos contra la exposición a la interferencia voluntaria de otro: estar seguros contra tal interferencia. Libertad, en este sentido equivale a no estar bajo el poder que tiene otro de hacernos daño, a no estar dominados por otro. La libertad como no dominación –la libertad como seguridad contra la interferencia arbitraria- es un ideal completamente diferente de la libertad como estricta no interferencia.”(5)

Una ciudad republicana y sus ciudadanos, entonces, viven seguros porque tienen un poder público detrás en el que respaldarse, y ese poder es preservado en el ejercicio de la política y sus instituciones libres sobre las cuales –retomando el principio- esa ciudadanía tiene acción y control.


Notas:

(1) CASTEL, Robert: La inseguridad social. ¿qué es estar protegido? Manantial. Buenos Aires. 2004.

(2) BARATTA, Alessandro, "Política criminal: entre política de seguridad y política social", en Delito y Seguridad de los habitantes. Elías Carranza (coord.). Siglo XXI. México. 1997.

(3) DAROQUI, Alcira. “Las seguridades perdidas”, en Argumentos 1. Buenos Aires. 2003.

(4)FERRAJOLI, Luigi: Derechos y Garantías. La ley del más débil. Trotta. Madrid. 1999.

(5) PETTIT, Philip: “Liberalismo y Republicanismo” en Nuevas ideas republicanas. Autogobierno y Libertad. Ovejero, Martí y Gargarella (comps.) Paidós. Barcelona. 2004. Pág. 119.


martes, 28 de abril de 2009

el lenguaje neutralizador


"No es de ahora, pero algo terrible ha sucedido y quizá no lo percibimos. Pareciera que atravesamos el capítulo final de una forma del habla política argentina. Escuchen la publicidad de De Narváez. Un currículum etéreo: el padre, los hijos, la fortuna hecha trabajando. Una receta de querubín: sumar y no confrontar, fórmulas fáciles de los redactores de laboratorio. Y una paradoja patriarcal. “Vengo a ayudar” dicho en primer lugar. Pero agrega: “ayúdenme”. Nunca nadie que haya decidido “venir” dijo que lo hacía apenas para ayudar y encima burlándose, pidiendo en seguida que lo ayuden. Lavativas verbales que aparecen en el lugar de lo que sabemos que es lo político, en su verdad profunda. Una convocatoria asumida en tanto riesgo liminar. En cambio, el círculo ayudador-ayudado es superficial, ficticio. Esta estructura cierra las intenciones colectivas. Destruye de por sí lo político y todas las demás significaciones activas de la vida."

Política facial. Sobre el lenguaje de Francisco De Narváez. El habla del candidato de Unión-PRO como emergente de una sustitución: el carácter complejo y conflictivo de lo biográfico y lo social reemplazado por las expresiones prefabricadas del saber técnico publicitario. Por Horacio González
La paz Mundial. Y siguen los spots buena onda. Por Sandra Russo.